Hace un tiempo, algunas empresas comenzaron a experimentar este "agradable" cambio de actitud en el equipo de trabajo. Se le conoce como “efecto Ikea”, y es un fenómeno por el cual se tiende a valorar más un objeto, si hemos participado de su creación. El nombre se lo dio esta conocida marca sueca cuando comenzó con la venta de muebles ensamblados, donde el usuario era parte de un proceso donde el resultado es un producto que fue "hecho por sí mismo".
Pero el trabajo conduce al “amor” solo cuando tiene un resultado de éxito. Este simple acto de hacer partícipe a las personas que integran un equipo es en sí motivación y ayuda a sentirse realizados y competentes. Todos se sienten más motivados por cualquier iniciativa que se pueda sentir como propia o de la que pueda ser parte de su creación. El resultado es "compromiso" genuino...
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